El Fin Del Mundo Del Fin

Después de días de asombro de lo que se puede hacer con la enviciante "net", por fin creé este espacio terapéutico y disciplinario. Terapéutico, para hacer catarsis y exorcizar demonios (como algunos {demonios} bien saben); disciplinario, pues como dice el señor Arturo Covacha sirve para coger el ritmo y propósito de siempre estar escribiendo; y espacio.... porque sí.

Thursday, April 20, 2006

FragMiento



...y se llega una vez más al momento de la confrontación contra la convención, contra la costumbre, contra lo establecido, y en este caso, contra la preconcepción de la imagen de acuerdo a los estándares fotográficos. Para este caso la confrontación se hace contra la definición de autorretrato: una imagen mía hecha por mí mismo, una imagen que muestre quien soy. Cruzo el puente, voy a la imagen y viene el caos y el colapso: mi autorretrato es una imagen de un “no ser”. Es la foto de un reflejo en un espejo, donde las cosas “no son”, donde las cosas fueron, donde están las imágenes de lo que paso hace un segundo, hace un instante íntimo, hace un instante ínfimo. Me devuelvo por el mismo puente debilitado. ¿Acaso la imagen de lo que soy es un “no ser”? ¿Soy lo que no soy? La imagen me miente. Yo me miento. Fragmiento. El puente está quebrado...

(SE OYE: a un mudo diciéndole a un sordo que le baje el volumen al radio donde están pasando el sdtck de Kill Bill Vol. 2)

Tuesday, April 11, 2006

Crónica (NO crítica) musical

En el último año del siglo XX, del segundo milenio, entré a bachillerato. Años turbulentos, púberes y guerreros. El campo de guerra, musical, y pululaba la palabra "casposo". "Casposo" por aquí, "casposo" por allá, formando una búsqueda inquisidora de los crétinos que mezclaban La Mega con Radioactiva, y las Spice Girls con Metallica. En silencio yo era uno de esos cretinos.

Por el momento me abanderaba bajo las banderas metálicas, de fluidos rosados, o con la soda en estéreo. Los buenos Cadillacs también, e incluso me arrastré a mi papá al Campín a verlos cuando vinieron a Bogotá y cantaban "en la vida no podemos sufrir, ay ay, no podemos sufrir, sólo queremos llegar al cielo" cuando estaba fresquita fresquita y la boleta la daban en tela bordada y se convertía en digna de coleccionar. 15000 pesos costaba y además con El Tiempo hacían 50% de descuento, glorioso descuento, y así convencí a mi progenitor de ir, pues mis amigos no van a conciertos, sólo al de Juan Luis y a ese no fui.

Era el año de Matrix, aparecía para mí Rammstein, Manson, Prodigy y el rock, Radioactiva 'sonaba' a New Radicals con "You Get What You Give", Hole con "Malibu", Def Leppard con "Promises", Rod Zombie y "Dragula": La Mega recién metía en el baúl de los recuerdos sus radionovelas de Titanic y Grease que había que oír en fragmentos dispersos por la mañana en primaria y el walkman camuflado. Villalobos apenás sepultaba el monstruo que seguramente él desenterró: el 'merengue hip hop' donde estaban Ilegales con su "Taqui Taqui", Proyecto Uno con "El Alacrán", "Latinos" y Sandy & Papo (¿cuál murió?).

Compré mis primeros cd's, originales por su pollo, y algunos usados a gente que ya estaba metida en el camino de la música mientras yo tímidamente lo tanteaba. Tal vez el primero fue "Vasos Vacíos" de Cadillacs con el tremendo dueto que se fajaban con Celia Cruz. Seguirían el obligado "Dookie" de Green Day, "El Último Concierto", y tantos y tantos y tantos que pasaban en condición de préstamos. Llegaría recién salido del horno el Sinfónico de Metallica e "In Blue" de The Coors.

Y eso no es todo, pero más adelante continuará.

(Léalo otra vez tarareando)

(De aquí en adelante y gracias a Polly - http://candystripedskyflakes.blogspot.com - se incluirá lo que 'se oye'. Pero querida Polly, había que comenzar contando porqué se oye.)

El de la foto soy yo. O por lo menos eso me contaron.


Mamá sólo me prohibe dos cosas: que me unte arequipe en las cositas y que me mire en un espejo. Por eso, siempre tengo que andar con una foto para saber quién soy. Ese de la foto soy yo. O por lo menos eso me contaron.

Cronograma

Una Bossa Nova en la mañana.
Despojarse de los colores y botarlos por el desagüe.
Ahí queda el blanco y el negro y que comience la cadencia.
Que llegue el mar y nos trague.
Que llegue el mar y nos lleve.
Pero no muy lejos porque hay que estar para el bolero del mediodía.
Si quiere acompáñeme.