Hoy oí tu voz (risa). Claro, no era la tuya porque no estás aquí, estás allá. Pero hasta acá me siguió tu risa, lo cual me alegra, y me da risa. Lo que pasa es que en esta ciudad pasa de todo, y todo me sorprende, todavía. Hoy por ejemplo, se me desocuparon las calles. Yo que salía bien armado, con canuta y lentejuela, bien tieso y bien majo (más que Rin Rin Renacuajo), y lo primero que pasa es que cae eso que acá llaman ‘rain’ (pero que allá le llamamos ‘lluvia’ o en otros lados oí que le dicen ‘pluie’ que es más bonito porque la lluvia tiene que tener ‘l’ porque si no, no es lluvia).
Pero no pude ver lar ‘rain’. Cuando salí a buscarla ya no estaba ni ella ni la
gente. Y eso era lo más bonito que había visto, será porque ya lo había soñado, será porque no era día ni era noche. Las tiendas cerradas, las calles sin carros y la
gente lejos, lejos, tanto que ya ni siquiera se puede recordarlos. Ese silencio ahí, a medias, de ecos largos y sonidos pensados. Oí una gimnopedia, una nomás, la primera, la de Satie, para que se acuerde/oriente. Y la quise tanto porque no había mejor melodía para ese instante, porque lograba condensar perfectamente el tiempo a su deseo, el sonido exacto, silencio, el sonido exacto, silencio, pausa, pausa, paaaausa, martilleo, gota, rain, pluie, lluvia, Satie. Nada logra ser tan equilibrado, ni tener las repeticiones necesarias, tuntin, tuntin, tun-tin, tunn-tinn, lloro, lágrima y compás. Óigala, oriéntese, que la gimnopedia rueda por la calle.
Después pasó en una barca Tracey Thorn. No es muy bonita y mucho menos en persona, pero canta bueno. (Yo le dije que se uniera con ese, con Ben Watt, para hacer un
grupo. ¿Bueno, pero que cómo hacemos pal’ nombre? Y yo pensaba y pensaba y me acordaba de mis días más felices en que lo tenía todo, todo, menos la niña. Todo menos la niña. ¿Y así le ponemos? ¿A qué? Pues al grupo, boy. No se girl.
-Girl
-Everything But The Girl (EBTG, mi mamá musical, luego le cuento el cuento)
-No me robes el crédito, que sólo tradujiste mi frase.
-No, no. Quédatelo, yo ya tengo con la música.
-Y con las letras, y los títulos de las canciones.
-¿Ya oíste “My Head Is My Only House Unless It Rains”?)
“My Head Is My Only House Unless It Rains”, cierto, a eso iba el cuento. Porque llegó Tracey a cantar “My Head Is My Only House Unless It Rains”, y en esa calle vacía volvía a retumbar la música. La música silenciosa, esa que me gusta. Esa música que desocupa el silencio.
Como la lluvia que desocupa las ciudades.
Como la soledad que desocupa el tiempo de cualquier afán.
Como esos días que se desocupan de horas.
Como esa luz que se desocupa de la necesidad de estar ahí y sólo sirve
para que yo te vea.
Como yo que me desocupo de mí mismo.
Y es que por eso es que le digo que en esta ciudad pasa de todo. Imagínese, eso y lo de tu risa.
Julio 21 del 2006