El otro papá musical...
Prometí que Soda Stereo y Pink Floyd eran mis papás musicales. (Hace poco encontré mi mamá musical pero por ahora no viene al caso.) Sin embargo dejé pendiente a Pink Floyd y recibí un reproche/comentario/solicitud y pues entonces acá va como estaba planeado, pues en este espacio o es satisfacción garantizada o la devolución de su dinero. Y francamente prefiero satisfacer antes que devolver ‘luca’.
Ese es el primer CD de Pink Floyd que tuve en mis manos, de los primeros CD’s que tenía, el primero que me regalaban como aguinaldo navideño, el primero que me daban después de armar berrinche. Que porqué no puedo ser roquero, que porqué no puedo tocar la batería, que porqué no puedo oír otra música que no sea la de Melodía Stereo, que porqué no me compra el CD que vea que es doble y es en vivo, papá. A ver de qué grupo me dice usted que es el CD, decía el hombre y yo de una le decía animado a haber derribado ese mar que es mi papá, Pink Floyd, los de Roger Waters, David Gilmour, Nick Mason y Richard Wright.
Y claro, ahí es que está el talón de Aquiles del hombre, porque mi papá, un tipo (tipazo) que se le canosea el mostacho es, como yo (no se si ya se los había dicho, y si sí pues ahí está de nuevo), tremendamente nostálgico y cuenta una y otra vez las mismas historias. Están esas de cuando se iba a la librería Bucholz atendida por un simpático viejito del mismo nombre a ver qué acetatos nuevos habían importado y se encontraba con Beethoven, Bach, Vivaldi, Brahms, Haydn, Haendel, uno que otro Armstrong, Fitzgerald, Keith Jarret (un pianista muuuy teso, no le miento), Pérez Prado o Sonora Matancera. También algo de los Beatles, Moody Blues, Simon & Garfunkel, pero nunca ni una pizca de Pink Floyd.
Era el año 99 (del que ya le he hablado, y si no, pues aquí está por primera vez), y hacía yo el bachillerato en la escuela donde había hecho la primaria y era chicorio y sin preocupaciones, una tal San Carlos (primera y última vez que lo menciono, palabra). Organizaban cine-clubes en los recreos y ahí vi lo que me hizo inclinarme por hacer lo que hago (así que una especie de gracias al que lo organizaba si es que llega a mirar esto por casualidad), viendo ‘Natural Born Killers’ de Oliver Stone y ‘The Wall’ de Alan Parker. La ñapa además, un nuevo gusto musical.
La película me había matado. Recuerdo fielmente la máquina de hacer salchichas con niños, la parte donde suena ‘Hey You’ (que ahora que lo pienso bien puede ser ‘Comfortably Numb’), los martillos que emulan miembros del nazismo o los figurines esos que hacían parte del juicio y se deformaban y lo hacían sentir a uno tremendamente asustado, pero a fin de cuentas poco entendí de todo. Igual salí fascinado y se me quedaba el corito famoso este de:
We don't need no education
We dont need no thought control
No dark sarcasm in the classroom
Teachers leave them kids alone
Hey! Teachers! Leave us kids alone!
All in all you're just another brick in the wall
Y decidí ser roquero y hacer mi propia colección, e iba a tocar guitarra y tener mi grupo y hacer giras y destrozarme la cabeza y rearmarla en medio de aplausos por mis geniales muestras de talento incomprendido. Pero no, sólo me compraron el CD doble, ese que les cuento, con un folleto lo más de bonito, lleno de fotos y unas biografías que aún no he leído pues he quedado de sacarles tiempo ‘pa leerlas con calma’ pero eso nunca pasa y el que pasa es uno y las letras no se borran, como dice mi mamá (esa misma que cumple años el 27). Pero el CD si lo tengo, y lo oigo a menudo y me acuerdo del aprecio que le tengo, y que así mismo quiero a Pink Floyd.
Años después no había oído mucho más del grupo, hasta que se me soltó una joya: ‘Wish You Were Here’. Qué canción tan bonita, tan repetible y tan cantable. También estaba ‘Havassy Yard’ que casi nadie la conoce, y Ferney me prestó uno disco que se llamaba ‘A Saucerful Of Secrets’, que era medio loco y tenía sus letras corridas y unas notas e instrumentos no muy ortodoxos y se parecían a los Beatles en sus momentos más experimentales.
Como con Soda, hasta ahora estoy oyendo cosas nuevas, casi siete años después de haber descubierto el agua tibia. Por ahí oí el otro día ‘Animals’ y ‘Dark Side of the Moon’ e incluso un tributo electrónico a la banda, nada del otro mundo, pero con una versión de ‘Money’ como para pararse y buscar pareja y bailar. Quiero oír ‘Shine On You Crazy Diamond’ (otro notable ejemplo de maestría con las letras) y todo el CD de ‘Wish You Were Here’ que por lo menos tiene una portada para no olvidar.
Pink Floyd es el grupo de moda en la actualidad, no hay duda.